Con este artículo comienzo lo que será, si el tiempo, la voluntad y la constancia me lo permite, una serie de escritos acerca de opiniones desde y sobre nuestra realidad profesional y laboral. Como toda opinión puede y debe ser rebatida pues no hay opinión con el sello de veracidad absoluta ni verdad que no pueda y deba ser opinable. Es por esto, que comienzo esta serie de “bloguerías”, palabreja que pretende designar simplemente mi visión de “nuestra” realidad, mi opinión al respecto, manifestada en este Blog que, entre otras cosas, para ello está.
Un año para consolidar nuestra mayoría de edad
Pues sí, creo que desde hace muy poquito podemos decir que, desde el punto de vista laboral, somos mayores de edad. Mayoría de edad que se sustenta en la capacidad y en la autonomía como trabajadores para ir marcando nuestro propio devenir laboral, en esta situación de permanente conflicto con nuestro “empresario”. Esto porque en su momento algunos compañeros, que el tiempo y las circunstancias dispusieron como “voz” y “abanderados” de nuestras reivindicaciones, no se quedaron con el protagonismo de esa “voz” y confiaron en sus propios compañeros para, con o sin elecciones (esperemos que pronto sea siempre con elecciones), convertirse en verdaderos representantes de este colectivo.
Se puede representar de dos formas, asumiendo el “poder” de la representación quitando la “voz” a los representados (porque no se les considera capaces, “mayores de edad” para opinar y/o decidir y créanme que lo sé por haber sufrido tal experiencia), o “compartiendo” tal poder representativo con los propios protagonistas a través de la participación, del diálogo y la comunicación. Cuando los representantes laborales de un colectivo trabajan desde la información, la participación y el diálogo es porque confían en la mayoría de edad de dicho colectivo, de la importancia de sus opiniones, del valor de su implicación.
Nosotros, el colectivo de profesores de religión, tenemos una historia laboral reciente donde nuestro futuro realmente no estaba en nuestras manos, ni teníamos las “herramientas” legales ni reales para ser los dueños de nuestro propio destino laboral. Cuando esto se posibilitó, muchos de nosotros tuvimos que vencer los intentos y la tentación de caer en nuevas manos de cierto mesianismo o paternalismo “infantizoide”, como si no fuéramos capaces de decir nuestra propia palabra sin tener que pedir previamente permiso. De verdad que esta situación es muy tentadora: “que nuestro “pater” haga y deshaga por nosotros, que él sabe, él entiende, él maneja y él nos da la seguridad que requiere la masa”.
Por supuesto que un colectivo “participativo” requiere la asunción de riesgos y más entrega y trabajo para los líderes, pero la democracia y la mayoría de edad no deja otro camino. Lo contrario es seguir perviviendo en manos de un mesianismo que al final se vuelve contra los propios seguidores (experiencia que muchos hemos tenido por desgracia), contra su libertad y su autoestima. Sólo hay un Mesías y los demás mesianismos autoproclamados nos infantilizan. Perdonad el chiste, pero que se lo digan a los aficionados del Betis.
Un año para consolidar nuestra mayoría de edad
Pues sí, creo que desde hace muy poquito podemos decir que, desde el punto de vista laboral, somos mayores de edad. Mayoría de edad que se sustenta en la capacidad y en la autonomía como trabajadores para ir marcando nuestro propio devenir laboral, en esta situación de permanente conflicto con nuestro “empresario”. Esto porque en su momento algunos compañeros, que el tiempo y las circunstancias dispusieron como “voz” y “abanderados” de nuestras reivindicaciones, no se quedaron con el protagonismo de esa “voz” y confiaron en sus propios compañeros para, con o sin elecciones (esperemos que pronto sea siempre con elecciones), convertirse en verdaderos representantes de este colectivo.
Se puede representar de dos formas, asumiendo el “poder” de la representación quitando la “voz” a los representados (porque no se les considera capaces, “mayores de edad” para opinar y/o decidir y créanme que lo sé por haber sufrido tal experiencia), o “compartiendo” tal poder representativo con los propios protagonistas a través de la participación, del diálogo y la comunicación. Cuando los representantes laborales de un colectivo trabajan desde la información, la participación y el diálogo es porque confían en la mayoría de edad de dicho colectivo, de la importancia de sus opiniones, del valor de su implicación.
Nosotros, el colectivo de profesores de religión, tenemos una historia laboral reciente donde nuestro futuro realmente no estaba en nuestras manos, ni teníamos las “herramientas” legales ni reales para ser los dueños de nuestro propio destino laboral. Cuando esto se posibilitó, muchos de nosotros tuvimos que vencer los intentos y la tentación de caer en nuevas manos de cierto mesianismo o paternalismo “infantizoide”, como si no fuéramos capaces de decir nuestra propia palabra sin tener que pedir previamente permiso. De verdad que esta situación es muy tentadora: “que nuestro “pater” haga y deshaga por nosotros, que él sabe, él entiende, él maneja y él nos da la seguridad que requiere la masa”.
Por supuesto que un colectivo “participativo” requiere la asunción de riesgos y más entrega y trabajo para los líderes, pero la democracia y la mayoría de edad no deja otro camino. Lo contrario es seguir perviviendo en manos de un mesianismo que al final se vuelve contra los propios seguidores (experiencia que muchos hemos tenido por desgracia), contra su libertad y su autoestima. Sólo hay un Mesías y los demás mesianismos autoproclamados nos infantilizan. Perdonad el chiste, pero que se lo digan a los aficionados del Betis.
Ahora sí tenemos posibilidades y líderes democráticos (personas del colectivo y en activo, con reconocimiento y capacidad de liderar, de gestionar y llevar la Voz del colectivo y no la suya propia) y estructuras sindicales con capacidad de gestión en las más altas instancias de la Empresa en la que trabajamos: la Administración.
Es cierto que los Sindicatos no actúan de forma asamblearia, pero ahí está la ética de los representantes sindicales de luchar de verdad por los intereses del colectivo con una importante presencia de trabajadores detrás a los que se les convoca, se les visita y se les conoce.
La experiencia del último año nos indica que somos mayores de edad como trabajadores que reivindican la Justicia laboral. Ahora toca seguir creciendo y consolidando esa capacidad de ser los protagonistas de nuestra propia historia laboral y profesional. Lo fácil es dejarse en manos de líderes que ni te van a preguntar lo que quieres y cómo lo quieres. Lo difícil es implicarse y participar, pero es lo que nos hace ser Libres.
Es cierto que los Sindicatos no actúan de forma asamblearia, pero ahí está la ética de los representantes sindicales de luchar de verdad por los intereses del colectivo con una importante presencia de trabajadores detrás a los que se les convoca, se les visita y se les conoce.
La experiencia del último año nos indica que somos mayores de edad como trabajadores que reivindican la Justicia laboral. Ahora toca seguir creciendo y consolidando esa capacidad de ser los protagonistas de nuestra propia historia laboral y profesional. Lo fácil es dejarse en manos de líderes que ni te van a preguntar lo que quieres y cómo lo quieres. Lo difícil es implicarse y participar, pero es lo que nos hace ser Libres.
Fernando Monsalve Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario